domingo, 28 de septiembre de 2014

"El gato que soñaba con saltar desde el balcón" en papel, desde Amazon.

Pues sí amigos, aunque no entraba dentro del plan inicial, al final sucumbí a la presión y ya está disponible la versión en papel en Amazon, para que no tengáis que ir a ningún otro sitio. Todo centralizado en el mismo lugar.

Encuentra "El gato" en Amazon (ES)



Como veis, el gato llega normalmente juguetón, mejor manterner las ventanas cerradas, especialmente las del balcón (foto cortesía de una gran lectora y amiga, que nos envía desde Alicante).

Si necesitáis acceder desde otra tienda de Amazon, el libro está disponible en las tiendas europeas y americanas, ya que depende del servicio CreateSpace.

Para todos aquellos que aún le tenéis apego al papel... y sobre todo a la posibilidad de obtener una dedicatoria en vuestra copia, que siempre me acabáis esclavizando y pidiendo autógrafos gratis.

sábado, 30 de agosto de 2014

El gato que soñaba con saltar desde el balcón, ya disponible en Amazon.

Hace tiempo que la idea me surgió, como si el maullido de un gato perdido se tratase. Lo primero que visualicé fue una escena en concreto, una cena de cuatro amigos que visto desde fuera no tendría nada de especial. Sin embargo, aquella noche, la conexión entre aquellos cuatro desconocidos se hizo más fuerte de lo que ninguno hubiese podido imaginar.

Poco a poco, los personajes se fueron estableciendo y haciéndose más y más sólidos, y lo que había comenzado como un mero boceto se convertía en una historia de casi 70.000 palabras.

Esta novela es muy especial para mí, porque aquellos personajes se han quedado viviendo conmigo día a día. Cuando terminé de escribir el manuscrito, sabía que tenía la revisión por delante, las lecturas repetidas para pulir el texto, los concursos, las propuestas editoriales, etc.

Hoy, después de publicarla por fin, creo que ahora lo que le estoy dando a estos personajes ansiosos de conocer mundo, son los ojos de los lectores ávidos que se van a encontrar ahí afuera. Y con un poco de suerte, los personajes ya no sólo vivirán conmigo, sino con todos y cada uno de esos lectores que se adentren en esta pequeña historia de grandes logros.

Así pues, os presento a Javier, Héctor, Gustavo y Fran, quienes rodeados de un escenario tan propio y urbano como Madrid, se irán conociendo y dejándose conocer entre ellos. Una historia que descubre cómo en los detalles más mínimos del día a día, es donde se forjan los cimientos de la amistad, las relaciones y la esperanza.

Espero que disfrutéis de esta novela tanto como lo he hecho yo escribiéndola, y sobre todo que miméis a los personajes por lo menos la mitad que ellos me ha mimado a mí este tiempo.

lunes, 21 de julio de 2014

Las palabras se cansan de esperar



Han pasado cuatro años desde que los personajes de una novela muy especial comenzaron a hablarme. Eso no significa que necesite tratamiento psiquiátrico (o al menos, esa no sería la principal razón); simplemente es el desencadenante de esta afición, hobby o condena, en la que tu cabeza se puebla de personajes dispares que te visitan deseando que cuentes su historia. 

Entonces, tú te sientas a ver su vida, cómo se comportan, qué hacen o dejan de hacer, cómo se llaman, de qué color son sus ojos y si en las noches de verano son de los que se quedan mirando las estrellas sin ningún motivo aparente. 

Normalmente visualizo una escena, y a partir de ella se comienza a construir el resto a su alrededor. Como si de la construcción de un rascacielos se tratase, pero empezando en el piso cincuenta y siete, luego saltando al quince, y así sucesivamente hasta que un día construyes los cimientos y pones la última piedra. 

Puede parece que es el final del proceso. Muy al contrario, no es más que el salto de una etapa a otra muy diferente. Mi manuscrito, con apenas setenta mil palabras y cuatro personajes protagonistas deseando contar su historia a extraños y curiosos, estaba completo y lleno de vida.

Desde entonces, ha pasado por múltiples impresiones, envíos a concursos, editoriales, páginas web especializadas y hasta encontró un agente literario. Sin embargo, a los impedimentos comunes que un escritor novel puede encontrar, se me juntaban dos más adicionales: el hecho de no residir en España y el tener una carrera profesional a la que ya dedico lo mejor de mi energía y tiempo.

Así pues, tras estos años de intentar seguir el camino que parecía estar marcado, me he dado cuenta que escribir para mi es una pasión, una afición, algo que se apodera de mí y me obliga a llenar una página en blanco de palabras e historias. Pero no es una carrera profesional ni una meta que alcanzar.

Por eso, tras mucho deliberar junto a mis personajes, por supuesto, me han dicho que están cansados de estar abandonados en el olvido de ese cajón virtual y que necesitan un poco de aire y luz, pero sobre todo, de lectores que devoren esas páginas llenas de palabras que están agotadas de tanto esperar. 

En las próximas semanas estará disponible para todos vosotros esta segunda novela, de la que sólo puedo avanzar que está poblada de unos personajes con tanta personalidad, que cuando caiga en vuestras manos entenderéis por qué no puedo dejarlos más tiempo a la sombra. También os dejo el título, para que vayáis especulando: El gato que soñaba con saltar desde el balcón.

jueves, 2 de agosto de 2012

La novela sin título


Comenzar con un nuevo proyecto siempre es un momento emocionante. Anoche escribí las primeras  palabras de lo que será mi tercera novela. Después de trabajar la historia y los personajes durante los meses, resulta gratificante sentarse frente a una página en blanco y descubrir que las palabras brotan automáticamente, como el agua sale del grifo cuando lo abres. 

Debo reconocer que esta fase del proceso de creación es mi preferida con diferencia, escribir los primeros capítulos y sentar las bases y la personalidad de cada implicado en la trama. Ver como nacen en el papel, como las palabras retratan cada aspecto que los hace únicos y característicos. Entender cómo se aferran a cada párrafo suplicando contar su historia, que indirectamente es la mía propia.

Hace un par de meses colgaba discretamente una prueba de concepto para ver cómo sonaban las palabras puestas en boca de los personajes, para descubrir qué voz tendría el narrador. Todo parecía encajar perfectamente, solo falta terminar de crear el resto de piezas para componer el puzle creativo. Aun podéis leerlo aquí, A nueve dígitos de distancia, como el que espía a través de un agujerito lo que será la nueva obra.

Para escribir el manuscrito he decidido imponerme un ritmo de mínimo 6.000 palabras por semana. Es un equilibrio entre escribir en el NaNoWriMo y el primer manuscrito, del que apenas conseguí mantener aquella cifra constante durante un par de meses cuando me puse serio.

Espero que os guste, ya sabéis que las cosas de palacio van despacio y la segunda novela sigue en el aire, aunque soplan vientos lejanos que pueden traer buenas noticias. Simplemente es pronto para saber si será un huracán o quedará en una simple brisa de verano.  

martes, 17 de julio de 2012

Como la noche calmada en el desierto

Así siento este blog, en el que parece que nunca pasa nada, donde los post se quedan como dunas estáticas durante semanas, aunque se muevan en la tranquilidad de la noche oscura.

Repto entre los planes cual serpiente sin saber si es hora de cambiar de piel. Me cubro de arena cual escorpión al sol mientras alimento las ideas de la novela nueva. El desafío comenzará con la próxima luna llena, para absorber su luz tremenda. Otros preferirán llamarlo el primero de Agosto, como si los días del calendario aportasen algo más que un rectángulo vacío de papel donde esculpir recordatorios anodinos del día a día.

Por su parte, "El gato", la segunda novela de la que aún no me atrevo a desvelar el título completo, camina lento y con cautela, preparándose para dar pronto el salto al mundo editorial. Se relame pensando en las posibilidades y en los eventos, escupe bolas de palabras que le sobran y maúlla tímido ante el mundo editorial que como un gran bulldog ladrando, ante él se presenta. No le importa que las respuestas lleguen negativas y lentas, pues siete son las vidas con las que cuenta.

Para los más veteranos que aún recuerdan, "El ángel" sigue dando guerra. Desde que aterrizó en Amazon, esa jungla digital de autores sin imprenta, llena de atardeceres en los templos de Bangkok y de comida asíatica a todo aquel Kindle que encuentra.

Y como el verso nunca fue lo mio, ya que la prosa lo detesta, despido estas palabras que una duna nueva asientan, en este desierto de páginas en blanco que siempre terminan contando más de la cuenta.

viernes, 8 de junio de 2012

Aún estás a tiempo

Corre a descargar tu copia gratuita de la novela "Un ángel disfrazado de fantasma" para Kindle. Date prisa, la promoción acaba el domingo (día 10).

www.amazon.es/dp/B0056AG6W0

Viernes 8 de Junio, 2012

jueves, 24 de mayo de 2012

A nueve dígitos de distancia


Carmen miró el teléfono recitando de memoria los nueve dígitos que podían suponer una escapatoria. No sabía si al otro lado de la línea encontraría una amiga o una enemiga, ya nada importaba. Apenas pasaban unos minutos de las nueve de la noche cuando apuraba la segunda copa de vino, una para atreverse a marcar aquel número, la otra para comportarse en la conversación. El auricular chocaba con el pendiente produciendo un ruido seco y constante que la despistó hasta que el tono llenó su oído de esperanza.

—Hola —susurró en cuanto escuchó un dígame al otro lado, como un naufrago lanzando un mensaje en una botella.
—Menuda sorpresa, teniendo en cuenta los años que han pasado pensé que nunca llamarías —la voz que contestó sonaba cansada y ronca, machacada por los años de fumar cigarrillos hasta altas horas de la madrugada y beber vasos de vino en primeras citas que nunca llegaban más allá del “ya te llamaré” —. ¿Cuánto hace?
—El mes que viene, un año.

En el silencio telefónico, Carmen escuchó a su interlocutora dar una sonora calada al cigarrillo que fumaba, soltando el humo de golpe, con ansia.

—Veo que no has dejado ese hábito tan desagradable.
—De algo hay que morir, ya que por desgracia que te rompan el corazón no es suficiente.

El reloj se entrometió en la conversación, marcando la ausencia de palabras a golpe de tic-tac. Carmen enredaba sus dedos en el cable de teléfono y contaba las vueltas como si fuese un rosario. Se prometió a sí misma separar los labios y dejar salir aquellas palabras que le oprimían el pecho después de contar hasta tres. Cuando alcanzó la cuenta de doce, por fin un suspiro rompió la espera paciente de su oyente.

—Necesito salir de aquí por una temporada, desaparecer, quizás desvanecerme y volverme a componer.
—Menos mal, por un momento llegué a pensar que llamabas sólo para preguntarme por la vida.
—Mañana cogeré el tren, te llamo cuando llegue.
—Aquí te espero. Aparte de eso, ¿no hay nada más, verdad?
—No sabría decir. Supongo que no. Quizás. A veces... —Interrumpió la frase de golpe con los ojos acuosos —. Mejor espero a verte y contártelo cara a cara.
—¿Qué tal está él? —preguntó, incapaz de saber si se atrevería una vez la tuviese delante.
—Supongo que tan cabrón como siempre.

Ambas rieron al teléfono como dos viejas amigas. Por un instante, fue como si no hubiese pasado el tiempo, como si ayer mismo hubiese sido la última vez que hablaron.

—Ya te pondré al día.
—Mañana saldré a comprar vino y comida para el fin de semana, así tendremos tiempo de estar juntas, sin interrupciones. Veinte años se merecen eso y más.
—Creo que son casi treinta los que han pasado.
—Calla, no me hagas sentir más vieja de lo que soy.

Esta vez la carcajada fue mucho más discreta. Carmen colgó el teléfono, a sabiendas de que la conversación había terminado. Miró alrededor, encontrando la habitación diferente, como si la hubiesen iluminado y el techo estuviese más alto. La maleta a medio hacer seguía abierta sobre la cama, esperando las últimas cosas, y la carta de despedida para que sus hijos no se preocupasen lucía en un sobre cerrado. Ya eran mayorcitos como para no necesitarla cerca durante una temporada.